Derecho a olvidar
El español Mario Costeja decidió que era tiempo de olvidar el fatídico remate de su casa. Pero al googlear su nombre lo primero que aparecía era un anuncio al respecto. Cuando el periódico se negó a bajarlo de Internet, inició un juicio contra Google por el derecho a olvidar, un caso que despunta en los buscadores.
Por Esteban Magnani
Mi memoria, señor,
es como vaciadero de basuras.”
“Funes el memorioso”,
Jorge Luis Borges
es como vaciadero de basuras.”
“Funes el memorioso”,
Jorge Luis Borges
Aunque algo abusada, la comparación con el cuento de Jorge Luis Borges “Funes el memorioso” resulta, una vez más, ineludible. El protagonista de esa obra sufre la condena de recordarlo todo, algo que en la ficción puede parecer opresivo, pero que en la realidad resulta insoportable, como le ocurrió a una mujer que fatiga neurólogos, quienes intentan comprender su memoria hipertrófica (ver “AJ, la memoriosa”, en Futuro del 7-5-2006). Para los que tienen una capacidad de recuerdo más cercana al promedio, Internet es capaz de producir el mismo efecto. Quienes pasan su tiempo en el ciberespacio ya no tienen la suerte de ir perdiendo los recuerdos en el camino, como quien suelta lastre para seguir avanzando.
Es que, como ocurre con prácticamente todo, la llegada del mundo digital ha trastrocado las cosas, hasta la memoria. Cada gesto digital que tiene lugar en el ciberespacio va a parar a una base de datos que adolece de la misma patología de Funes: queda grabado eternamente en su totalidad, sin siquiera ser horadado por el paso del tiempo que nubla el recuerdo y permite argumentar un malentendido.
COSTEJA VS. GOOGLE
Mario Costeja es un español que en 2009 se enteró de que al googlear su nombre lo primero que aparecía era un anuncio de 1998 sobre el remate de su casa, única opción para pagar unas deudas que lo asfixiaban. Pero ya